Si hay algo que los abanicos y las flores tienen en común es seguramente su belleza etérea, que trasciende más allá del tiempo. La sensualidad que desprende un abanico ha sido motivo del desarrollo de un lenguaje secreto que coincide a su vez con el lenguaje de las flores.
¿A quién no le gustaría transmitir sin palabras lo que siente de la misma manera que nos lo transmite una flor? Por suerte, hoy la naturaleza es nuestra aliada y vamos a aprender todos los gestos y movimientos que hacen del abanico el complemento más elegante del verano.
Podemos utilizar algunos trucos no verbales con el abanico para aplacar los nervios mientras estamos asistiendo a un evento o no sabemos muy bien qué hacer con las manos. También es una buena idea aprovechar el lenguaje de los abanicos para ganar más carisma en público.
En cualquier caso, tanto el lenguaje de los abanicos como el lenguaje de las flores tienen la virtud de conservar un cierto halo de misterio que a todos nos encanta. En este artículo vamos a aprender algunas nociones sobre el uso expresivo de estos lenguajes tan antiguos.
Tanto los abanicos como las flores esconden un tipo de comunicación muy especial que a todos nos llama la atención. El misterio y la sublimidad que desprenden han inspirado un conjunto de mensajes y símbolos tan extenso que se ha creado todo un manual al respecto.
Pero para entender mejor a qué nos referimos, es necesario irnos unos cuantos siglos atrás. Más allá de las cartas y las miradas furtivas, no existían muchos medios para expresar ideas secretas, íntimas o prohibidas ante la sociedad. Para ello, se necesitaban otros medios.
El abanico era entonces un complemento de moda muy utilizado por mujeres y, durante un tiempo, también por hombres. Esto hizo que, lentamente, fuera gestándose un lenguaje no hablado para comunicar amor, odio, interés o desinterés. Lo mismo ocurría con las flores.
La flor se convirtió en el lenguaje simbólico más conocido durante siglos, alcanzando su mayor esplendor en la época victoriana. Alguien podía obsequiarnos con un ramo de rosas y, según el color que escogiera, este ramo podía hablar maravillas de nosotros o podía ser un insulto.
Aunque el lenguaje del abanico es bastante antiguo, está lejos de quedarse olvidado. Muchas mujeres conocen las expresiones sensuales y misteriosas que se ocultan detrás de los gestos y movimientos del abanico. Hay muchas maneras de comunicar sentimientos a las personas.
Por ejemplo, cuando una mujer se abanicaba el pecho con lentitud, era una manera muy clara de indicar a una persona que no estaba comprometida. En cambio, si esa misma mujer decidía cubrirse del sol con el abanico, esta era una forma de indicarle a alguien que no le gustaba.
Quizá parezca abrumador y difícil captar todos estos gestos, pero lo cierto es que siglos atrás este lenguaje era una estrategia habitual de confesar sentimientos y expresar opiniones. Si alguien cerraba el abanico rápidamente, por ejemplo, era la forma de decir que no sin palabras.
¿Y cómo decía una mujer que sí a una proposición sin palabras? Al contrario, la mujer solo tenía que plegar el abanico a un ritmo muy lento mientras miraba a la persona a la que se dirigía ese mensaje. Y si se cubría la cara con el abanico, estaba pidiéndole que le siguiera.
Si hay una razón por la que en la actualidad regalar un ramo de flores tiene mucho valor sentimental, esto se debe a la increíble carga simbólica que se ha asociado con cada planta. No cabe duda de que su belleza es indiscutible, y esto ha inspirado a los mejores poetas.
Estas son algunas representaciones simbólicas de las flores:
Por ejemplo, las flores de color azul se suelen asociar con la espiritualidad, la salud y la libertad. Si deseamos paz en el hogar, se cree que tener un ramo de flores azules puede calmar las energías y hacernos sentir cómodos. Algo parecido ocurre con una flor blanca.
La blancura siempre ha representado la inocencia y la pureza, mientras que las flores rosas se asocian con la ternura. Si nos gustaría tener un gesto amoroso con un niño, un tulipán rosa es el ejemplo de amor tierno y familiar. El color rojo, en cambio, alude a la pasión y sensualidad.
De ahí que seguramente hayamos visto más de una vez a un amante regalar un ramo de rosas rojas a su enamorado. Las rosas rojas forman parte del lenguaje secreto de las flores y expresan el amor pasional y el compromiso romántico que una persona quiere transmitir a otra.
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