Remontarnos a los orígenes del abanico es una tarea difícil. Los historiadores todavía exploran la extensa cronología cultural en busca de indicios del primer abanico moderno, pero la teoría que se sostiene es que el abanico plegable se inventó en tierras japonesas del siglo VII.
La razón por la que muchos historiadores están convencidos de que el abanico es en realidad japonés nace de la mitología de estos pueblos. Una leyenda cuenta que un artesano se inspiró en las alas de un murciélago para hacer el primer abanico, desterrando el uso de los pai pais.
Atrás quedaron también las rudimentarias hojas rígidas, provistas de empuñaduras, de las civilizaciones griegas y egipcias. Estos abanicos improvisados eran útiles para demostrar el poder de la realeza y formaban parte de muchas ceremonias religiosas, como los sacrificios.
No fue hasta el siglo XV aproximadamente que el abanico plegable viajó de una cultura a otra hasta llegar a Europa. Una vez más, la realeza mostró mucho interés por este complemento.
Hoy en día es casi seguro que los Misioneros Jesuitas fueron quienes trasladaron el abanico plegable a tierras europeas por primera vez. Por lo tanto, el descubrimiento de este importante accesorio es tardío y, naturalmente, las figuras de la Corte vieron despertar su interés por él.
La esposa de Enrique II de Francia, Catalina de Médici, introdujo el abanico en Francia y los mercaderes venecianos comerciaron con este complemento de moda en las calles italianas del siglo XVI. En España, los comerciantes portugueses trajeron el abanico plegable a la realeza.
No por eso quiere decir que el abanico plegable se hiciera automáticamente exclusivo. Entre el siglo XVI y XVII hay registros de retratos a familias de la realeza que muestran el uso de abanicos fijos y plegables. A finales del siglo XVII el abanico plegable se popularizó.
La fama de los abanicos plegables a finales del siglo XVII viene marcada por una importante distinción a nivel social: la experta Helene Alexander opina que las clases altas europeas eran quienes usaban el abanico plegable, mientras que el abanico fijo se reservaba a la burguesía.
Por entonces, los abanicos plegables que más estaban de moda eran los abanicos brisé o de baraja. Estos abanicos se caracterizaban por no tener país y mantener una decoración austera en toda la fuente. Las varillas estaban unidas por una cinta forrada con unos dibujos florales.
En cuanto a las varillas, este se fabricaba con materiales finos como el marfil calado, el cual podía pintarse con tonalidades doradas y después forrarse con lámina de plata. El tamaño de estos abanicos solía ser pequeño para poder guardarlos en ridículos, unos bolsitos de mano.
Con la llegada del siglo XVIII, los abanicos fueron haciéndose más grandes y se introdujeron materiales diferentes, como la concha o la madera lacada con motivos campestres, donde podíamos ver animales y flores variadas. Este estilo también fue importado desde el Oriente.
A partir de los reinados de Luis XIV y Luis XV, la moda se volvió pomposa y femenina, con tejidos centrados en motivos florales y perfiles más holgados. A los zapatos altos y los peinados adornados con postizos se les sumó el abanico recargado con piedras preciosas.
Una de las piedras preciosas más recurridas en el abanico del siglo XVIII era el oro, el cual se pretendía lucir como una insignia de lujo sobre telas florentinas exquisitas. En cuanto al mango, este solía ser rígido y de gran tamaño, decorado con dibujos por parte de artistas famosos.
España debió vivir la fama del abanico con la misma intensidad que sus países vecinos, pues es en esta época cuando se funda la Real Fábrica de Abanicos. Esta fábrica resultó ser la máxima competencia de Italia y Francia, siendo uno de los primeros fabricantes de abanicos.
Como la Real Fábrica de Abanicos se transformó en una industria abaniquera de renombre, ubicada en Valencia, rápidamente nació un gremio de abaniqueros que mantuvo su labor en alza durante más de dos décadas. Hoy en día todavía existe este gremio de abaniqueros.
En el último tercio del siglo XIX, el abanico de pericón se volvió en todo un símbolo español. Este abanico se empezó a fabricar con tamaños muy grandes y utilizando la técnica de encaje de bolillos combinada con forrados. Su renombre fue tal que García Lorca le dedicó un verso.
No es de extrañar que el abanico de pericón estuviera vinculado con el mundo de las artes. Especialmente a partir del siglo XX, la danza y el teatro españoles empezaron a valerse del uso de este complemento para expresar una gama de registros artísticos, como el flamenco.
En la actualidad, el abanico ha vuelto a sus orígenes y la producción de este complemento se realiza masivamente en Oriente. La industria abaniquera oriental fabrica abanicos a gran escala y Europa es uno de los únicos territorios en que se siguen elaborando abanicos a mano.
Los abanicos contemporáneos reúnen cualidades clásicas con la vanguardia. Para ello se usan todo tipo de telas, motivos decorativos y varillas que permiten los bordados artesanales. Ciertos abaniqueros admirados, como Olivier Bernoux, están devolviendo la popularidad del abanico.
Las sedas, las plumas de avestruz, Swarovski y los flecos son algunos de los materiales que los abaniqueros contemporáneos emplean para explotar al máximo su creatividad. Todo esto con la intención de fabricar piezas de máxima calidad que pasen de una generación a otra.
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Tel: +34 96 151 02 89
Abanicos Aparisi - Abanicos Personalizados Madrid y Abanicos para Bodas
Aquella pequeña empresa que naciera al abrigo de un selecto público para el cual se elaboraban piezas de la más pura artesanía, es hoy un ente que opera a escala internacional dividiendo su producción entre Asia y Europa, y que exporta sus productos a países de los cinco continentes y un público cada vez más diverso.
ABANICOS APARISI S.L. ha recibido por parte de La Generalitat Valenciana, la cantidad de 100.000 € en apoyo al proyecto HISOLV/2021/3933/46 del PLAN EMPRESARIAL “PLAN RESISITIR PLUS”.
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